27-9-12, de 21:30 a
8:30. No nos lo creíamos. Algo tan vital como el dormir y todavía no he escrito
nada sobre el sueño de Romeo, a pesar de que es algo que hace desde que nació.
Pero es ahora cuando nos hemos empezado a dar cuenta que Romeo duerme. Que
duerme ya en el sentido que dormimos nosotros. Antes era como algo que hacía porque
lo hacen también los bebés, porque estaba en la rutina de sus actividades: para
engordar, nos decían; para crecer; porque sí. Primero dormía todo el día y
noche, con intervalos para mamar; luego también introdujo intervalos de vigilia
para otras cosas; más tarde empezaron la siestas: dos por la mañana y dos por
la tarde, una por la mañana y una por la tarde, una por la tarde; hasta que
desapareció la siesta. Esto ha sido hace poco. Ya no duerme siesta, salvo que ésta
le pille desprevenido en el carrito o en el coche. Con el destete nocturno
empezó a dormir más horas seguidas por la noche, que hasta entonces era un
chorreo continuo de despertares. En ese época dormía nueve horas por la noche y una o dos por la tarde.
Ahora, sin siesta, son entre diez y once horas por la noche. Romeo se acuesta
en torno a las 21:00 y se levanta sobre las 7:30. Durante ese tiempo, aparte de
soñar, se suceden siempre dos acontecimientos: papá y mamá entran a darle un
besito, arroparle si hace falta y observarle antes de irse a acostar. El otro acontecimiento
impepinable es que Romeo pide “a la cama de los papás”. Es en torno a las 3 de
la mañana cuando Romeo coge el metro para desplazarse a ese otro universo
grande y calentito entre papá y mamá. Normalmente la transportadora es mamá,
así lo pide, que cuando se acerca papá muchas veces no le quiere ni ver.
Pero otras veces las agarraderas del metro nocturno son las de papá. El sueño
en dos episodios que me parten la noche y los enfados diarios, se desvanecen
cuando veo la carita de Romeo dormido. Desde que nació, no ha habido ni un solo
día en que hayamos faltado a esta cita: ver cómo duerme Romeo. Qué rico,
decimos siempre al salir de su cuarto.
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